La figura del Compliance Officer va tomando cada vez más protagonismo en nuestra sociedad: los portales de empleo empiezan a mostrar ofertas demandando este perfil, los medios de comunicación comienzan a publicar noticias relacionadas con el tema y en el círculo universitario ya aparecen las primeras ponencias sobre este ámbito. En este post de Conversia nos hacemos eco de una de estas sesiones realizada en el Observatorio de Derecho Penal KPMG-URJC durante el pasado curso. 

La tarea del Compliance Officer: vigilar y denunciar

La mayoría de expertos en derecho coinciden en que el Compliance Officer, es decir, el encargado del cumplimiento normativo de una empresa, es responsable penal de aquellos delitos cometidos por la compañía que, a sabiendas, no los haya denunciado.

Otra de las afirmaciones que respaldan es que si el Compliance Officer ha desarrollado el programa de cumplimiento normativo con precisión, llevando a cabo todas las especificaciones así como lo establecido por la ley, esta figura no deberá cargar con la responsabilidad, ya que ha cumplido con su cometido de vigilar.

Más autonomía e independencia para los responsables del cumplimiento

En este sentido, si el consejo de administración o la dirección realizan alguna actuación ilícita, la responsabilidad del Compliance Officer no es cargar con el delito penal, sino dejar constancia de la mala praxis por escrito en el momento que la detecte, además de iniciar una investigación y denunciarlo a las autoridades competentes. Para ello, los Compliance Officer deberían disponer de más medios de los que tienen en la actualidad, así como más independencia respecto a los órganos directivos de las compañías.

De la misma manera, los expertos señalan que cuanto más compleja es la estructura de una organización empresarial, cuantas más personas forman parte de la dirección y de la gestión de la empresa, más complicado es detectar quién acaba siendo el responsable penal de los posibles fraudes que se puedan cometer.

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